Siéntese con las plantas de los pies en contacto con el suelo, y deje que la silla
mantenga su espalda erguida y le sustente. Tome conciencia de dónde está y dónde está su cuerpo... Después, frótese las manos y comience a atraer energía desde el núcleo de la Tierra. Extráigala desde el mismo centro del planeta, a través de las plantas de los pies, y deje que recorra su cuerpo... que suba por sus piernas... ascendiendo por el tronco... hasta llegar al cuello... y, aún más arriba, hasta la cavidad del cráneo. Sienta cómo la energía ejerce presión en las paredes internas de su cráneo.
Mientras sigue frotándose las manos, quizás perciba que la energía ha ido bajando por sus brazos hasta llegarle a las manos. Para entonces, deberá tener las manos calientes. Haga uso de ellas para limpiarse el aura, el campo de energía que rodea su cuerpo. Cepíllese físicamente el cuerpo, desprendiéndose de toda vibración que haya en usted o alrededor de usted que no sea suya. Envíe todas esas vibraciones a la tierra, para que las absorba y las transmute. Después, cuando haya terminado, pose las manos con las palmas hacia arriba sobre su regazo, o bien sobre los reposabrazos de la silla.
Ahora, tome conciencia de la infinitamente poderosa y amorosa fuente de Luz que está siempre ahí, flotando a unos 45 centímetros por encima de su cabeza... A medida que toma conciencia de ella, la Luz se activa más y más, y desprende algo parecido a una lluvia que cubre su cuerpo, por delante, por detrás y a ambos lados. La Luz limpia en usted o su alrededor todo cuanto pueda interferir con su capacidad para experimentar su propia bondad fundamental.
A medida que la Luz desciende desde la cabeza hasta los dedos de los pies, sentirá que se va acumulando en sus pies y que comienza a rebosar, creando una plataforma de Luz que le sustenta en este lugar, en este instante del tiempo. La Luz no le sujeta los pies, sino que les proporciona apoyo y sustento.
Después, la Luz comienza a llenar su campo de energía. Se trata de un espacio con forma de huevo que se extiende a su alrededor, alrededor de 45 centímetros en todas direcciones, hacia delante, hacia atrás y a ambos lados. La Luz comienza a llenar ese espacio... sube por sus tobillos... por las rodillas... por las caderas... recorriendo su cuerpo hasta los hombros y, más arriba, hasta la cabeza, de tal modo que se halla ahora sentado dentro de un pilar de Luz.
Tómese unos instantes para dejar que la Luz haga su trabajo en usted. En primer lugar, y gracias a sus propiedades magnéticas naturales, la Luz extraerá de usted todo aquello que no le sea de ayuda: cualquier dolor físico, cualquier tensión o angustia que se halle presente; cualquier turbulencia emocional, preocupación o caos; y de su mente, cualquier pensamiento que pueda estar intimidándole o haciéndole sentir mal. La Luz puede extraer todo eso de usted. Puede extraer cualquier cosa que esté interfiriendo desde dentro con su experiencia de la siempre presente paz interior. No necesita decirle a la Luz que haga eso. La Luz es una inteligencia infinita que sabe exactamente lo que usted necesita en este momento. Simplemente, deje que haga su trabajo... Y mientras la Luz extrae de usted todo eso merced a su naturaleza magnética, sienta que, al mismo tiempo, y gracias a su naturaleza radiante, la Luz se irradia en su interior. Sienta cómo se irradia dentro de usted desde todos los ángulos posibles 20
(por delante, por encima, por debajo...), cómo atraviesa las fronteras de su piel, y sienta cómo la Luz se convierte exactamente en todo aquello que necesita; de tal modo que, si lo que necesita es coraje, la Luz se convierte en coraje. Quizás necesite usted consuelo; y la Luz se convertirá en consuelo. Ábrase y observe la Luz mientras se convierte en lo que usted necesita, mientras satisface cualquier necesidad que pueda tener en este momento. Tómese unos instantes para dejar que esto ocurra... Llegado este momento, debería de estar en un estado de equilibrio razonable, listo o lista para seguir avanzando.
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